La mujer del Cesar

Vale, vale -le respondería divertida Mesalina- tienes toda la razón del mundo, querido Castus Consejus. Y ahora, si tienes a bien hacer llamar al esclavo nubio de Máxima Zorrae. Es que tengo mis lecciones de griego y galo muy olvidadas. Y ya que estás, me traes también a los chicos de la cuarta cohorte de honderos ballears de la Magna Cataluniam Maragallensis. Y a la guardia pretoriana. Y a sus esposas. Algo se me ocurrirá. Vamos, que ya estas tardando, salau.
Y sin embargo, se mueve. Porque, nos guste o no, les guste o no, tanto la mujer del Cesar, como los cargos electos, o como los famosos varios, deben dar ejemplo. O al menos callarse. Y si no pueden o no saben ser honestos, al menos parecerlo. O al menos, ya digo, callarse. Más que nada porque hay cosas que, por mucho que uno las sienta, llegado a determinadas alturas, a determinados cargos, simplemente no las puede decir o hacer, aunque solo sea por el que dirán.
ZP es un buen ejemplo. Es cierto que había prometido retirar las tropas de Irak, y es posible que la masacre del 11-M no influyera en su decisión, pero con eso no vale. Y no vale porque lo que para nosotros puede ser algo creíble, para el resto del mundo no lo es. Y por mucho que haya dicho, y diga aún, que cumplía una promesa y que él no se doblega ante los terroristas, no le cree nadie. O por lo menos no le creen en EEUU, ni en el Reino Unido, ni en Australia. Ni en la Comunidad Árabe, ni en Francia, ni en Alemania, por cierto. Y lo que es peor: tampoco en Al- Qaeda.
Y sí, puede que él hubiera prometido retirar las tropas antes del 11-M, pero no es menos cierto tampoco que en el mes de diciembre (tres meses antes) había dicho en el Parlamento que, ya que la ONU había tragado y el mal ya estaba hecho, ahora habría que mantener a los soldados hasta que todo se apaciguara. Al menos hasta la creación del Consejo Nacional irakí. Y no semanas antes como al final hizo.
Además, mire usted por donde, yo hasta el 10-M solo recuerdo haber oído hablar a los dirigentes del PSOE de economía y de las tan necesarias reformas constitucionales que pedíamos y pedimos a gritos todos los españoles. Que, por cierto, parece ser que Rodríguez Ibarra es de Venus. Y el PSOE de Extremadura de Neptuno. Y el PP de Extremadura de Marte. Extremadura, Reserva Espacial de Occidente. Ven y cuéntalo.
Nadie, absolutamente nadie, hubiera dicho lo más mínimo si en lugar de en junio se hubiera retirado a las tropas en agosto. Ni Llamazares. Ni Carod. Nadie. Peor fue la mentira de la OTAN, y allí seguimos. Además, al final el resultado habría sido el mismo: el retorno de unas tropas que tal vez, solo tal vez, nunca debieron ir allí, pero con la diferencia de haber dado una imagen de firmeza moral y de fidelidad a los organismos internacionales.
Pero no, en lugar de eso, primero sacamos a las tropas antes que nadie y como si cediésemos ante el terror, y luego, para colmo, vamos por el mundo recomendando a los demás que hagan lo mismo. Lo cual, sin ser nada malo, sí se hace en un pésimo momento. Pésimo al menos, si no olvidamos que en este momento la vida de dos franceses, de dos italianas y de diversos seres humanos más pende de un hilo mientras sus terroristas-parcas afilan las tijeras. A no ser, claro, que se acepte su chantaje y, precisamente, se retiren de Irak los ejércitos extranjeros.
Y es que, por desgracia, no solo basta con ser honestos, que lo podemos ser más que nadie, además, hay que parecerlo. E inteligentes. También hay que parecer inteligentes. Aunque no lo seamos en absoluto.
Carlos Navarro
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